¿Verdad o reto? La peligrosa realidad de los retos virales

La adolescencia es una etapa de grandes cambios en la persona: cambios físicos, sociales y psicológicos. Para sobrellevar estos cambios, los adolescentes necesitan una red de apoyo que idealmente debe estar conformada por sus padres, la familia, los amigos y los docentes formadores; quienes tienen un rol clave para que la adolescencia transcurra en buenas condiciones de salud y se logre ingresar a la juventud de forma sana y con la preparación necesaria para el futuro.

El cerebro del adolescente se desarrolla a una velocidad que puede ser comparada con la de la primera infancia, lo cual lleva a que las niñas y los niños sean hipersensibles a la influencia del entorno en que se desenvuelven.  

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La inclinación de los adolescentes por probar nuevas experiencias puede servirles de estímulo para innovar y alcanzar metas, pero también puede aumentar su vulnerabilidad. Tal es el caso de los retos virales que han conseguido que miles de adolescentes pongan en peligro sus vidas o las de otros, sin sopesar las graves consecuencias que podrían tener.  

¿Por qué los adolescentes participan en retos virales?

Para los adolescentes, compartir retos les hace sentirse conectados entre ellos durante su transición al mundo adulto, una transición que, en realidad, no es más que un duelo por la pérdida del cuerpo y los privilegios infantiles y de la integración en el mundo de los adultos. La principal razón por la que un adolescente aprecia dichos retos como atractivos, parece ser el hecho de verificar que son capaces de afrontar un desafío en el que al ‘dar el ancho’ cumplen con la autoexigencia propia de la etapa que están viviendo.

Aunado a ello, el actual mundo adolescente encuentra su mayor relevancia sobre todo en las redes. Forman parte de la era de la llamada “dictadura del like”, que consiste en hacer todo aquello que consideren necesario para obtener más popularidad. De este modo, consiguen un sentimiento de pertenencia a la comunidad virtual con la que interactúan, ya que para ellos las redes sociales son una realidad en la que pasan mucho tiempo.  

Sin embargo, no todos los adolescentes que se apuntan a los retos virales eligen desafíos violentos o que ridiculicen a otros. Por el contrario, por ejemplo, hay quienes intentan hacer viral algún video para recaudar fondos para alguna buena causa. Entonces, ¿qué es lo hace que se decidan por este tipo de retos "blancos" o por los que los expertos califican como "desadaptativos"?  

Todo depende de la forma en que afrontan esa transición hacia el mundo de los mayores. Cualquier comportamiento que se poco a poco se dirija hacia conductas propias de los adultos será considerado una conducta saludable. En cambio, las conductas del adolescente que se resiste a elaborar el duelo de la adolescencia pueden tender a un estancamiento o incluso a una regresión evolutiva de la persona.

Además, hay otras circunstancias que puede influir en el atractivo que sienten algunos adolescentes hacia los retos virales desadaptativos y es verse inmersos en una familia con pobres recursos para afrontar las pérdidas o momentos de dificultad, por ejemplo, que, en un afán de proteger a los hijos, no compartan los sentimientos que se derivan de ellas.

Pero, quizás la explicación más poderosa de que los retos virales se potencien en la adolescencia es que sus cerebros aún se están desarrollando. La corteza prefrontal que maneja el pensamiento racional y la toma de decisiones concluye su maduración hasta cerca de los 25 años, y por eso, los adolescentes son más propensos a actividades impulsivas y no midan las consecuencias de sus actos. Pero ello no quiere decir que no se puedan llevar a cabo acciones preventivas para este tipo de situaciones.  

¿Cómo prevenir estas conductas del adolescente?

Se recomienda a padres y formadores ayudar y acompañar a los adolescentes a identificar las necesidades emocionales que les motivan a realizar un reto: miedos, fantasías, presión grupal, etc. Del mismo modo, se sugiere ayudarles a dimensionar las consecuencias más allá de la satisfacción inmediata, como la huella digital (por ejemplo, el “rastro imborrable” que dejan con las acciones que realizan en Internet), el daño que se le puede ocasionar a otra persona y en algunos casos, el riesgo de perder la propia vida. También es posible proponerles alternativas a ese reto que den salida a sus expectativas con menos riesgo y más beneficios, como creaciones virtuales, campañas en pro de alguna causa benéfica, actividades físicas o lazos presenciales con otros adolescentes.

Cuidar y acompañar a nuestros adolescentes, a la vez que potenciamos su desarrollo y alcance de metas, es una labor de equipo, una responsabilidad de todos.